jueves, 12 de junio de 2008

LA CABEZA AMOBLADA

COLECCIÓN DE IDEAS PARA SER CONTADAS

Una mente pensándose: donde todo pensamiento tuvo una explicación

Título: LA CABEZA AMOBLADA
Autora: Ma. Melba Forero Garavito.

Alguien dijo que hay que tener una cabeza bien amoblada para poder recibir a alguien, así que manos a la obra: Me dispongo a salir de compras por los Centros Comerciales donde venden toda clase de muebles y enseres para que mi cabeza pueda resultar atractiva y a tono, para los eventuales visitantes.
Lo primero que cualquier decorador de interiores debe tener presente, es que clase de cabeza se piensa tener, para así comprar los muebles y demás elementos que correspondan; porque no es lo mismo una cabeza hueca para llenarla de cachivaches, o una llena de aserrín donde no cabe nada; las que mejores opiniones tienen según los entendidos, son las clásicas o refinadas, - llámese intelectual, brillante o sofisticada -.
Inicialmente debe hacerse una lista puntual, no sea que luego falte algo; la primera impresión según me han dicho es fundamental, y es donde la apariencia lo mismo que el contenido cuentan mucho. No nos engañemos: el hábito, sí contribuye al monje
Lo exterior, o sea la fachada, debe estar bien puesta sobre los hombros, no vaya ser que la cabeza ande por ahí como una loca, sin juicio y distinción, y lo haga a uno quedar bien mal, una vez los visitantes lleguen a nuestra puerta y pasen al recibidor. Una cabeza debe tener un buen pelo y peinado todo terreno, que no desentone con lo clásico o vanguardista, uno no sabe quien vendrá y cuando lo sabe, un buen pelo permite retoques de última hora.
El interior es muchísimo más complicado de amueblar, pues son los detalles y la disposición lo que marcarán un estilo, haciendo de nuestra cabeza una estúpida, o una verdadera obra de arte. No hay que olvidar que los prejuicios cuentan mucho, ellos pondrán una certificación en todo cuanto compremos.
Para atender a los visitantes con la cabeza, se deberá tener un manejo del lenguaje, que sea a la vez comprensible o complicado según el tipo de invitados que se reciban; toneladas de palabras con similitud de significados para ser usados según los giros que dé la comunicación; ya sean en forma de exposición, análisis, conversatorio, o pura charlatanería. Hay que tener en cuenta si la forma de recibir, es real o virtual para echar mano de los muebles y detalles necesarios.
La lectura especializada del saber humano ayuda mucho, siempre y cuando uno pueda distinguir lo que lee y tener algún criterio; éste razonamiento decorativo es difícil de conseguir, pues según dicen anda siempre agotado; pues requiere de tiempo y de toda clase de experiencias y, la mayoría de las veces lo conseguimos de afán pirateado, o sea, sin pagar derechos de autor.
Los visitantes y su comportamiento ayudan mucho; nos dan ideas muy creativas o no las quitan para amueblar sus propias cabezas, según ellos por lo inadecuadas a nuestro estilo, pero no para ellos; y hay algo más, también pueden ponernos la cabeza hecha un desastre, en un caos tal que se requiera de un transplante, o de un centro de salud mental con carácter urgente.
De vez en cuando y no faltaba más, es necesario asomarse a los mercados de pulgas, pues se dice que algunas perlas andan por ahí sin que nadie las advierta; todo es cuestión de saber seleccionar entre tanta oferta lo que nos venga mejor a nuestro particular estilo.
Hay algunos que dicen que tras una fachada inapropiada se pueden esconder verdaderas minas de diamante en bruto, el problema es el tiempo y la inversión que se hace; Porque sí después de todo nuestro trabajo resultan ser sólo circones, piedras con apariencias de diamante, nos llevaríamos desagradables sorpresas y hasta frustraciones para el resto de la vida.
Con tantas ofertas de última hora la cabeza nos da vueltas, ya no sabemos dónde ir a comprar para obtener lo mejor y a buenos precios; pero nuestros recursos se agotan, solo disponemos de cierta capacidad de efectivo y de crédito, ni un peso más.
Lo más angustioso es ver a través de Internet tanta cosa novedosa a la que hay que encontrarle una utilidad práctica; todo parece auténtico y de mucho valor para nuestra cabeza; es ahí donde muchos nos llevamos las manos a la cabeza, queriéndola quitar, pues se ha llenado de tantas cosas compradas o regaladas que ya no hay espacio para más, y además se acaba el dinero, o sea, la vida.
Lo ideal es que una cabeza se amueble con elementos auténticos, con las facturas y recibos correspondientes, para que no nos coja la DIAN y nos decomise todo, pues por estos tiempos hay mucho sapo.

Bogotá, Abril 2000

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